Harold Alvarado Tenorio, hijo y nieto de carniceros, nació en un pueblo [Buga]  del Valle del Cauca, tres años antes [1945] del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán.

Protegido por sus  tíos maternos, aprendió a leer, escribir, sumar y restar sobre hojas de pizarra en la escuela de una descendiente de esclavos y más tarde en un colegio dondeun matemático y geógrafo le enseñó la vastedad del mundo en un desvencijado globo terráqueo mientras le hacía leer en Oscar Wilde, Shakespeare, Jorge Isaacs o Knut Hamsun, como lenitivo a las monsergas de los presbíteros del régimen de Gustavo Rojas Pinilla.

Expulsado de todos los colegios de su pueblo  por relapso a los dogmas de la iglesia católica y sus rudimentarias ideas políticas afines al presidente Mao Zedong, su tío le llevó, en una reluciente Ford 1960 a través de la canícula de los valles del Cauca y el Tolima hasta la sabana de Bogotá, a 2600 metros de altura, donde de nuevo dio con la iglesia y fue desterrado de otros  centros de estudio, frecuentaría la cafetería El Cisne, alternando con la flor y nata de la cultura bogotana de esos años mientras hacía excursiones  a los escasos establecimientos de cultura de entonces, situados cerca de la pensión y el bar taurino de un  cordobés, donde vivió entre banderilleros, actrices, espadas, cantantes y vates del inframundo mientras intentaba concluir el bachillerato en un cuchitril con nombre de barbitúrico de propiedad de una pareja de cripto comunistas, frente a la Biblioteca Luis Ángel Arango, donde descubriría a Jorge Luis Borges, Jean Paul Sartre y Albert Camus, tres de sus fetiches de juventud.

A poco de terminar el bachillerato fue a la capital de México donde  ingresó a la escuela de teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes, hasta cuando, al ser admitido en la nueva carrera de Letras de la Universidad del Valle, regresó al país, luego de  un viaje por Centro América con una prologada estadía entre los Caribes Cunas.

Algunos de sus compañeros de estudio en la Universidad del Valle  serían también poetas, novelistas, defensores del medio ambiente, guerrilleros y políticos de bufete y corbata. Un puñado de intelectuales educado por Jorge Zalamea, que dirigía el Taller de Escritores;  Edward Stresino, partidario de las teorías de Fenollosa, lector de Walley y Pound; Walter M. Landford, experto en la novela de la revolución mexicana; el medievalista Antonio Antelo; el compositor León J. Simar; los lingüistas Herbert Hilsen y Elbert Moore; el director de teatro Delio Merino; el hispanista Armando Romero Lozano o John Neubauer, exegeta de las relaciones entre la música y la poesía de Trakl, Wagner, Nietzsche, Mahler, George, Bartók,  Rilke, Schönberg o  Hindeminth, y Jean Bucher, quien no sólo orientó su tesina sobre Borges sino que durante varios semestres leyó con sus estudiantes en Malraux, Camus, Valery y numerosos poetas de expresión francesa.

Licenciado en Letras, fue a Berlín con el propósito de estudiar en la Universidad Libre, pero ante la imposibilidad de aprender alemán mientras trabajaba en una panadería vivió un año frecuentando rebeldes y marginados, al tiempo que visitaba la biblioteca del Ibero-Amerikanisches Institut para leer y fichar materiales sobre la obra de Jorge Luis Borges, sobre quien escribiría, en Madrid, un extenso ensayo sobre el juego y la literatura en los años de la transición de la tiranía a la democracia.

De regreso en Colombia pasó una temporada en el sur, participando en levantamientos populares hasta derrocar varios gobernantes corruptos y a finales de los setenta ya estaba en New York, donde trabajaría en el departamento de español de una escuela para señoritas de pro, realizando un extenso programa de difusión de la literatura de América Latina.

De estos años son sus traducciones de la poesía de Kavafis y Eliot y  la publicación de Recuerda cuerpo, Espejo de máscaras, Biblioteca o la obtención del Premio Internacional de Poesía Arcipreste de Hita por El ultraje de los años.

En la Universidad Nacional de Colombia impulsó la creación de la carrera de estudios literarios tras años de desprecio por las literaturas nacionales, fue Director de Departamento de Literatura, realizando actividades como periodista en el diario La Prensa donde llevó por más de un lustro la página de Cultura, que le valiera el Premio Simón Bolívar.

En Beijing trabajó como asesor cultural de la Editorial China hoy, y publicó una antología de Poemas chinos de amor, que luego ha sido reeditada en varios países.

Luego de haber sido expulsado de su casa de campo en un municipio del Bajo Magdalena y sobrellevado severos quebrantos de salud, desde los primeros años del nuevo siglo creó la revista virtual e impresa Arquitrave, de la cual es director.

Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y colabora con diversos medios literarios y periodísticos de América y Europa.

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22 de Mayo de 2014