Antonio Caballero Holguín

Antonio Caballero (Bogotá, 1945) ha recorrido las principales ciudades taurinas, este Diciembre y Enero, escribiendo crónicas de toros, uno de los oficios mas raros del mundo. Y no es que haya abandonado su más pública pasión: escribir contra los establecimientos, sean estos religiosos, azules o rojos. Es que ahora se dedica a los toros, en mi opinión, como una manera de curar la nostalgia que ha dejado en muchos la desaparición de la utopía de un mundo mejor, que hiciese realidad los sueños de todos los Mayos de 1968. Que Antonio Caballero sigue en la pelea y hasta cuando escribe de toros, lo demuestra un artículo publicado en un diario bogotano con el título Los toros hicieron temblar a Cali, que entre otras cosillas, contiene estas, que trascribo a continuación:

"Y el último día del año estalló en Cali la rebelión de las masas. [...] El paciente y sufrido público de Cañaveralejo, como entonces el sufrido y paciento pueblo d la Santa Rusia , se rebeló por fin contra la arbitrariedad. [...] Salió el cuarto toro al ruedo. [...] El público montó una bronca como un trueno y los gritos de pícaro con signos de exclamación dirigidos al ganadero Antonio García hicieron recordar como algo casi amable los que la tarde anterior habían abrumado las canas venerables de don Pepe Estela, el ganadero de Ambaló. El presidente de la corrida se asustó ante el huracán de cólera y sacó su pañuelo para devolver el toro, que entre tanto iba al caballo, mientras la empresa de la plaza...Porque todo esto sucede en muchos escenarios simultáneos, como en el libro de John Redd: por un lado el débil Kerenski, que cede ante las turbas; por el otro, la sublevación del soviet de Petrogrado; más allá, la represión armada: diez policías de verde y casco blanco, sudorosos, trepaban por el tendido por orden la empresa a retirar la pancarta [RECHAZAMOS LOS MALOS ENCIERROS PARA CALI], y el público los corría a gritos de amenaza. Abajo, Ponce citaba al toro y el toro se iba lejos sin hacerle el menor caso, y nadie miraba al toro, ni a Ponce; y aquí en el palco de la prensa, el cronista de la revolución tomaba notas ."

Como escritor de ficción Antonio Caballero es autor de un extenso libro, Sin remedio, "una novela sobre lo difícil que es escribir poesía" publicado en 1984 luego de doce años de trabajos quizás forzados para terminarla. Según todos los chismes de la época se trata de un libro que celebra y denigra de sus compañeros de viaje en la revista Alternativa, pero lo cierto es que es una suerte de retrato de época, y de la vida de un poeta nada frustrado, que sin duda admira en el fondo de su alma a un solo escritor, el autor de la Divina Comedia y a su sosías Don Honorato de Balzac, que redactó una comedia tan humana como esta Sin remedio del nieto de ex presidentes e ínclito hermano del mejor pintor colombiano de todos los tiempos Luís Caballero Holguín.

He conversado con Antonio Caballero en casa de Cristina Huarte, en la calle Lagasca de Madrid. Nos acompañaron toda la tarde, entre vinillos y comidas chinas, doña Blanca Sánchez Berciano, Don Carlos Jiménez, Doña Silvia Llopis y la Señorita Clara Valencia. Todas ellas, e incluso, él, más fanáticos del novelista de Sin remedio, que de este lírico elegíaco que nos ha resultado el nieto de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Que se diviertan con lo que viene, ese es mi único deseo antes de que salga el quinto, que nunca es malo.

Usted nació en Bogotá pero se educó en Europa...

-Si, viajamos a España como al año y medio de haber yo nacido y regresamos cuanto tenía unos tres y medio. Luego, cuando tenía siete u ocho volvimos a España donde vivimos otros cuatro años. En Madrid estudié hasta el primero de bachillerato, pero lo terminé en el Gimnasio Moderno de Bogotá. Luego me metí a estudiar derecho en el Colegio Mayor del Rosario, porque tenía que estudiar algo, alguna carrera universitaria, pero a mi ninguna carrera me daba ganas, no me interesaba ni por la ingeniería ni por la arquitectura y Bellas Artes me interesa apenas como distracción. Derecho me parecía que podía ser interesante por el tipo de lecturas que hacían los abogados, pero pronto me di cuenta que eso no tenía ningún interés para mí y me volví a Francia...

Habían nombrado a papá embajador ante la UNESCO y en París repasé un par de meses mi francés y entré a estudiar derecho, cosa que duró apenas tres meses porque las clases eran mas aburridas que en Bogotá. En esas clases había 300 o 400 personas y uno tenía que permanecer de pie u oír las lecciones desde el corredor. Me pasé a estudiar ciencias políticas, que fue lo que estudié los tres o cuatro años siguientes. No me recibí porque en ese momento de terminar los estudios volvimos a Colombia y ya había yo empezado a vender mis dibujos a revistas francesas... Para regresar a Francia organicé una rifa con la que pude pagarme el pasaje de vuelta y vivir unos dos o tres meses en París...

¿Es verdad que en París vivía de vender pinturas en las calles?

-Hice toda clase de dibujos para vender en los cafés, unos parecidos a Goya, otros eran dibujos a tinta china, con gente que volaba y mujeres terribles gritando. Todo eso se vendía divinamente en Saint German de Prés. Sobretodo cuando conocí al chileno René Olivares. Nos habíamos dado cuenta que a él le compraban más, pero también que mis dibujos gustaban mejor. Decidimos que yo haría los dibujos y que René los vendería. De esos dibujos vivíamos el chileno, su mujer, su hijo y yo. Nada he vuelto a saber de ellos...

¿Cuanto tiempo duró ese estilo de vida...?

-Hasta Mayo del 68, por cuya causa no terminé mis estudios, no me gradué. Suspendidas las clases me fui a Colombia y volví a París en Octubre para presentar exámenes, presenté un par de ellos y decidí irme a Londres...Durante los sucesos de Mayo estuve en las asambleas, las manifestaciones y a las barricadas, era una fiesta extraordinaria, todos los días había una cosa maravillosa para hacer...

¿Por qué Londres?

-Por amor, por desamor. Yo tenía una novia en Paris y ella me botó y no pude tolerar seguir viviendo en París. Me fui a Londres pues a pesar de tener a Madrid mas a la mano, me gustaba más Londres. Madrid era una ciudad para fines de semana, para ir a los toros, para ir a los bares, una ciudad que aun hoy no resiste comparación con Londres. Imagínate, entonces, cómo era aquello en Mayo de 1968...

También vivió en Roma y Grecia...

-Si, viví como un año en Roma, haciendo nada, yo traté de conseguir un empleo en Radio Vaticana porque era la única radio que tenía programas en español, pero en Roma no había en ese entonces trabajo para nadie. Para conseguir algún trabajo en Italia hay que buscarlo en Milán y a mi Milán no me interesaba, además mi novia vivía en Roma, así que gracias a ella pude permanecer ese tiempo allí. Era quería escribir. Entonces decidimos irnos a Grecia. Yo vendía un dibujo cada semana y de eso vivíamos. Era un época en que uno podía vivir en Grecia con muy poco. Teníamos una cabaña en Cefalonia, en el pueblito de Fiscaro y comíamos queso de cabra, tomábamos vino del país, aceitunas, berenjenas, pescado... Luego de Grecia volví a Madrid porque Juan Tomás de Salas iba a fundar Cambio 16 y trabajé con la revista hasta el año de la muerte de Franco, en 1975, en Noviembre de 1975...

Luego viene Alternativa...

-Si. Yo creo que Alternativa fue una revista que trató de darle voz a todos los grupos de la izquierda colombiana sin diferenciar entre unos y otros, sin tomar partido, aun cuando se tomara partido al hacer eso, pero era una revista abierta. Alternativa tuvo una circulación mucho mayor que cualquier otro periódico de la izquierda en toda su historia y eso la hizo visible para todos los grupos, grupúsculos y sectas e hizo que todos participaran y trataran de apoderarse de ella y como no pudieron hacerlo comenzaron a calificarnos de pequeño burgueses, pero la revista sirvió también para que la izquierda dejara al menos por unos años de matarse entre ella. Mi trabajo consistía en rescribir todo lo que llegaba y todo lo que se proponía para su publicación. Unas veinte personas trabajaban en la redacción...Yo trataba que esos artículos fueran legibles para la mayoría de los lectores porque la prensa partidista y los redactores partidistas siempre tienen un lenguaje muy hermético, que nadie entendía...

Su novela, Sin remedio, ha sido editada y reeditada varias veces, pero no goza del prestigio de otras menos divulgadas...

-Porque cuando se publicó en España, la editorial acaba de quebrar, Bruguera estaba quebrada cuando salió Sin remedio y ni hubo distribución ni presentación ni nada por estilo. Ni en España ni en Colombia ha sido reseñada. Lo que si ha tenido es lectores minoritarios, estudiantes de la Universidad Nacional que encuentran en ella cosas interesantes. Yo creo que la gente no se ocupa de la novela porque dan por sentado que no es necesario hablar de una novela de un periodista y además hijo de novelista. Lo que si han escrito es sobre el autor, acerca de si ha debido escribir esa novela o no...

No recuerdo haber leído crónicas taurinas suyas sino hasta hace muy poco...

-Yo llevo escribiendo sobre toros hará unos quince años. He escrito sobre toros como habré escrito sobre mil otras cosas. Si yo publicara un libro sobre todas las cosas que he escrito sobre Carolina de Mónaco, por decir algo, salen muchas páginas, es que yo llevo casi toda mi vida escribiendo casi que veinte cuartillas semanales para los periódicos y las revistas...

¿Escribir con tanta frecuencia sobre toros, como ahora lo hace, no significa un cambio de actitud en su vida?

-No. Yo he escrito sobre toros porque considero la tauromaquia es un arte. Incluso en la época de Alternativa escribí un par de veces. Yo sostenía, frente al radicalismo izquierdozo de la mayor de la gente de Alternativa y de la generalidad de sus lectores, que las cosas eran más amplias, que la lucha de clases incluye también los toros, el cine, etc. En Alternativa publiqué una entrevista con Víctor Méndez, no porque fuera un gran torero, sino porque simplemente era un buen torero y además tocaba la trompeta y es abogado, y eso me servía para mostrar que los toros no son una actividad estúpida...

¿Cuando decide volverse cronista taurino de temporada?

-Yo empecé a ir a los toros como a los catorce o quince años, iba con relativa frecuencia, dos o tres veces al año. Primero iba en Bogotá, luego viví muchos años en París donde no había toros. Venía a España e iba a toros, me gustaban como espectáculo, pero hace unos diez años, en una corrida en Puerto de Santa María vi torear a Rafael de Paula y vi, mejor, me di cuenta, que en realidad nunca había visto en qué consistía torear. Me di cuenta que era otra cosa, mucho más profunda, mucho más seria, mucho más grande de lo que yo había entendido siempre pues yo lo había visto simplemente como un espectáculo. Y me di cuenta que esto era un arte de verdad y desde entonces empecé a seguir a Rafael de Paula y a fijarme mucho más en los toros y en los toreros y poco a poco he ido aprendiendo mas...

¿Un arte el toreo?

-Definir un arte es prácticamente imposible. Se pueden definir las técnicas de un arte, las reglas de un arte cualquiera, de la música, de la poesía, de la pintura, pero explicar porque un arte es un arte... Un arte es arte porque no puede ser otra cosa...

El toreo es un arte cruento...

-Las demás actividades artísticas son incruentas, pero eso no quiere decir que no pueda haber un arte cruento, natural. El toreo es un arte cruento porque además de arte son un ritual, un ritual de sacrificio y todo ritual de sacrificio son cruentos, incluyendo los sacrificios simbólicos, como el Santo Sacrificio de la Misa , digamos...

El toreo parece estar en el límite entre la civilización y la barbarie...

-El único sacrificio cruento que queda hoy en el mundo, reconocido como sacrificio, y no disfrazado con algún otro interés, como la pena de muerte o la guerra, son los toros. La barbarie no es un estadio del cual se salga o supere con la civilización, sino que coexiste con ella. La barbarie y el salvajismo y todos los estadios que definen los antropólogos como sucesivos son en realidad simultáneos...

UD va a cumplir los cincuenta años y conoce muy bien la sociedad colombiana y su historia reciente. ¿Cree que Colombia tiene alguna posibilidad de convertirse en una sociedad pacífica y próspera pronto?

-A mi no me parece Colombia, para nada, condenada a una catástrofe. Colombia es un país rebozante de energía y la mayor parte de las cosas atroces que ocurren allí son manifestaciones de esa energía, esa violencia desmesurada es una violencia cuyo origen es sano, digámoslo así, es decir es una violencia de energía, no es una violencia destructiva. Naturalmente que esa violencia crea toda suertes de destrucción, pero a mi me parece que aun cuando podamos vivir todavía cosas espantosas durante muchos años serán expresión del crecimiento, porque comparando Colombia con Perú hay que decir que este último es un país atroz, un mundo que parece hundirse en un abismo. La violencia colombiana es juvenil, vital, espantosa es cierto y los políticos son corruptos, y la guerrilla sigue matando inocentes y además están los narcos, etc., pero Colombia está llena de vitalidad..

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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