Coahuila 60
¿Cuánto hará que viviste
en el número 60 de la calle Coahuila?
La vieja propietaria estará muerta
y ningún huésped podrá saborear,
al desayuno,
nopalitos con clara de huevo.
La ciudad que resta en tu memoria
es mínima: el zócalo, la casa de prestamos,
la muchacha que te llevaba en su coche hasta
el parque de diversiones,
las extenuantes horas de visita al museo antropológico,
las dos focas, con quien gastabas, los domingos solitarios.
Queda, más allá de estas cenizas de tus años juveniles,
el viaje por el sur, comiendo en casas campesinas,
conversando con escolares en las plazas de Puebla,
de Oaxaca, de Atitlán, de San José
y los rostros de las muchachas Caribes
al ver tus vellos, las formas de tus glúteos,
la esmerada pequeñez de los órganos genitales
y un sabor: la carne salada y el arroz con coco
que preparabas para un albañil, el mejor mecenas
que hayas tenido.
Ya nunca volverás a Colonia Roma
No sabrás más del regusto por lo mínimo,
lo infinito, la aventura y la solidaridad.