La patria
No pierdas el tiempo buscando la patria.
El dinero no la requiere y su lengua es usura.
La patria es el habla que heredaste
y las pobres historias que conserva.
Tu abuela, en el zaguán, ciega ya la memoria,
meciendo los años de sufrimiento y desdichas.
Tu madre, entristeciendo de melancolía y pavor,
Limbania, vigilando en prolongados silencios
los rumbos de su hermana,
tu tío, atado a la tierra que habíale regalado,
en plena juventud,
diez memorables sonetos
y Elisa,
sazonando el espíritu del capón,
hirviendo las aguas de aromas,
viéndote crecer como un desconocido.
La patria es también el vasto imperio de tu idioma
y la música de aquellos que la pensaron con amor.
Tu patria son las verbales
y pequeñas batallas de Bolívar,
la culpa, el frío y el hambre de Vallejo,
Neruda y su infinita colección de nombres y cosas,
Los juegos memorables y eternos de tu maestro Borges,
y un laberinto de sangre llamado Macondo.
Tu patria serán los libros que des a la tierra
y la felicidad que depares al lector.
No pierdas el tiempo buscando la patria,
la llevas contigo.
Con ella morirás sin haberla pisado.
La patria son un hombre, una mujer
y la lengua que hablan.