Llegada la hora

Llegada la hora, hicieron lo suyo.

Presenciaron los hechos y el fracaso.
Incorporaron sus setenta y cinco años
y tomando dos trozos de cal y canto
procedieron a concluir la tarea.

Los ojos vieron el cabello confundido de su madre.

Los ojos vieron los encendidos labios de su madre.
Los ojos vieron el cuerpo y el alma de su madre,
la única que había tenido
y tendría para siempre.

Harold Alvarado Tenorio