Pablo Neruda
El arte ideal, arte universal o arte por el arte fue la consigna de Darío y los modernistas para sacar del pantano colectivisante los sentimientos y miradas de un individuo, refinado y subjetivo, que se expresaría con vigor cosmopolita gracias a las idealizaciones, el exotismo, la artificialidad y el preciosismo con que huía de la realidad positivista y tiránica de nuestras sociedades. El Modernismo, como el parnasianismo y el simbolismo al otro lado del océano, procuró en lo exquisito y lo raro, en las islas de Grecia y Japón, en los pabellones de Versalles y las pagodas chinas, un alejamiento de la vulgaridad del mundo real que los acercara, en la carne y el amor, lo ignorado y lo fatal, a un sentido moderno de la vida y de la muerte, pero sustancialmente de la belleza, como no se había percibido antes. Luego vendría el horror de la Primera Guerra Mundial, que hizo trizas la idea de una supremacía cultural de París y Berlín, y la fragmentación de «la cultura» en movimientos como el cubismo, el futurismo, el dadaísmo, el ultraísmo, el creacionismo y el surrealismo.
La Revolución Mexicana, la Primera Guerra Mundial y el Movimiento Estudiantil de Córdoba (1918) habían hecho que las ya centenarias repúblicas estuvieran menos inclinadas a aceptar la supuesta superioridad cultural de la civilización europea. En la década de los años veintes en todos los países los Istmos [1] respondieron, con una creciente perspectiva continental, a la iconoclasia de sus pares europeos negando radicalmente el realismo y la razón, la lógica, la estrofa, el metro, la rima y la sintaxis y adoptando nuevos motivos surgidos de la vida citadina: la velocidad, las fábricas, los obreros, y el cinematógrafo.
Cuando Ezra Pound, [2] una década más tarde, pidió la creación de un arte nuevo -«Make It New»-, apenas certificaba los cambios que habían sucedido desde finales del siglo pasado: el mundo del contrato social rousseauniano, optimista y liberal; la visión romántica de la naturaleza como un ser benigno y divino, habían sido transformadas por una centuria de desarrollo, la aparición de las grandes urbes, la vida hecha masificación y la evaporación de las viejas certidumbres cristianas.
Para Pound, las artes de este siglo tenían la obligación de adelantarse a su época, transformándose y transformando su propia naturaleza. Era necesario encontrar nuevos caminos, a través de la propia experimentación, descubriendo y disintiendo, a fin de liberarse de las estructuras del pasado. Había que abandonar el miedo a lo nuevo, a pronunciar nuevos nombres para las cosas, porque el mundo y sus cosas no eran más las mismas de ayer. Los artistas, «antenas de la especie», tenían que crear una nueva cultura rebelándose contra la existente, ser la vanguardia. Pablo Neruda [3] nació a la vida y la poesía en los años de auge y decadencia del Modernismo, que había opuesto -desde finales del siglo XIX- un concepto aristocrático del arte a las cansadas realizaciones de los últimos románticos, servidores públicos de nacionalismos, liberalismos, costumbrismos y realismos.
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1. Los vanguardistas argentinos publicaron, entre otras, las revistas Prisma; Proa y Martín Fierro. En Prisma, Borges proclamó el desprestigio del «tatuaje rubeniano», «los cachibaches ornamentales» y «anecdotismo garrulo». Otros vanguardistas fueron Ricardo Güiraldes, Leopoldo Marechal, Oliverio Girondo y Macedonio Fernández. Dínamo, diriguida por Pablo de Rokha; Caballo de bastos, por Pablo Neruda y Panoramas, por Rosamel del Valle, fueron algunas de las revistas chilenas. Alrededor de 1938 apareció Mandrágora, órgano de expresión del grupo formado por Braulio Arenas y Eduardo Anguita, entre otros. La más notables publicaciones peruanas de la época fueron Amauta, de José Carlos Mariátegui y Colónida, de Abraham Valdelomar. Los más notorios vanguardistas peruanos fueron José M. Eguren, Martín Adán, César Moro, Xabriel Abril y Emilio Adolfo Westphalen. En La Habana, Jorge Mañach, José Tallet, Emilio Ballagas y Juan Marinello publicaron Revista de Avance. Otras publicaciones de la época en Cuba son Verbum, Espuela de plata y Orígenes, ésta última dirigida por José Lezama Lima. El Estridentismo del mexicano Manuel Maples Arce quedó opacado con la aparición de Contemporáneos, (véase Villaurrutia). Vanguardistas fueron en Colombia León de Greiff y su revista Pánida, Jorge Zalamea y Luis Vidales. Para el movimiento vanguardista nicaragüense, véase el capítulo dedicado a Pablo Antonio Cuadra. Véase además Bajarlía, Juan Jacobo: El vanguardismo poético en América y España, Buenos Aires, 1958; Ballagas, Emilio: Mapa de la poesía negra americana, Buenos Aires, 1946; Collazos, Oscar (compilador): Los vanguardismos en la América Latina, La Habana, 1970; Cruchaga, Angel: Los poetas de vanguardia de Chile, Santiago, 1930; De Torre, Guillermo: Historia de las literaturas de vanguardia, Madrid, 1965; González Llanusa, Eduardo: Los martinfierristas, Buenos Aires, 1962; Girondo, Oliverio: El periódico Martín Fierro, 1924-1949, Buenos Aires, 1949; Guirao, Ramón: Orbita de la poesía afrocubana, 1928-1937, La Habana, 1938; Listz, Germán: El movimiento estridentista, Jalapa, 1926; Osorio Tejeda, Nelson: Contribución a una bibliografía sobre el vanguardismo hispanoamericano, en Revista de crítica literaria latinoamericana, nº 8(15), Lima, 1982; Varios: Movimientos literarios de la vanguardia en Iberoamérica, Texas, 1965 y Videla, Gloria: El ultraísmo, Madrid, 1963.
2. Ezra Pound (Hailey, 1885-1972), creció en Pennsylvania. A los quince años sabía latín y se propuso que a los treinta <<sabría mas de poesía que cualesquiera otra persona viva>>. En la Universidad de Pennsylvania recibió una Maestría en Artes en Filología Románica (1906), pero para entonces conocía bien las literaturas clásicas y europeas. Allí estuvo vinculado a un grupo de poetas entre quienes figuraron algunos de los futuros imaginistas. Su carrera como profesor duró cuatro meses. Fue cesado de Wabash College porque encontraron una muchacha en su habitación. Al año siguiente hizo parte de la tripulación de un barco que transportaba ganado a Europa y en ese continente se quedaría la mayor parte de su vida. En Venecia publicó su primer libro de poemas A Lume Spento (1908). Instalado en Londres se dedicó a reformar la literatura inglesa y a resucitar el <<muerto arte de la poesía>>. Los años que pasó en la capital británica, entre 1908 y 1920, fueron aquellos cuando su dictado <<Make it New!>> se hizo el grito por excelencia del Modernismo y Londres el centro de las actividades literarias. Pound se convirtió en el centro de esa actividad, descubriendo, promoviendo y sirviendo de incansable promotor de todo aquel que le parecía tenía talento. Con T.E. Hulme fundó el Imaginismo; con Wyndham Lewis promovió el Vorticismo. Publicó traducciones de poemas chinos y dramas No japoneses, cuyas técnicas se hicieron una moda de los modernistas. Como editor ultramarino de la revista Poesía de Harriet Monroe, en sus páginas y en otras de pequeñas revistas expuso sus opiniones y principios para reformar la literatura y dió a conocer a poetas como Eliot y Frost. Personae, la más notable colección de sus versos, fue publicada en 1909 y reimpresa con adiciones en numerosas ocasiones; luego vendrían Riposter (1912) y Lustra (1916), y algunos de los poemas que harían parte de la primera sección de Cantos, un proyecto que duró los años que vivió. Luego del fin de la Primera Guerra Mundial Pound resumió su desilusión con las guerras y con Inglaterra en el volumen Hugh Selwyn Mauberly (1920). Se fue a París por cuatro años, y allí también fue una fuerza unificadora entre la legión de expatriados que hizo parte de la Generación Perdida. Su vida cambiaría radicalmente al ir, en 1924, a Italia, donde bajo el fuego verbal de Mussolini, Pound comenzó a preocuparse por las teorías económicas, escribiendo violentas diatribas contra el capitalismo norteaméricano, la usura y los judios. Sus puntos de vista sobre estos asuntos aparecen en los Cantos, pero también en libros como Jefferson and/or Mussolini (1935). Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial decidió hacer propaganda profascista por la radio en emisiones que fueron escuchadas en Inglaterra y Estados Unidos. Al fin de la contienda fue arrestado y acusado de alta traición. Las fuerzas norteamericanas le pusieron en una jaula de hierro en un campo de prisioneros cerca de Pisa, y luego fue llevado a Washington para ser juzgado y condenado, pero gracias a un examen médico, fue declarado loco e internado en el Hospital Santa Elizabeth de la capital norteamericana. En 1948 sus Pisan Cantos, escritos durante el tiempo que estuvo en el campo de prisioneros, recibió de manos de un grupo de notables críticos literarios, el Premio Bollingen. El furor que causó la concesión del premio a un <<traidor>> dividió el mundo de las letras. Años mas tarde y con la intervención de Eliot, Frost, Hemingway y otros, fue puesto en libertad y se le permitió regresar a Italia. Los Cantos llegaban ya a ciento. En 1960 los dió por concluidos y no volvió a escribir. A pesar de las arduas discusiones que generaron los Pisan Cantos, su importancia durante la segunda y tercera décadas del siglo, es imposible de desconocer. Sus mejores poemas, como casi todo en su poesía, representa una enorme variedad de formas, muchas mas sin duda que las que reinventó Rubén Dario. Fue Pound uno de los grandes de la literatura del siglo veinte, el líder y el poeta por excelencia de un tiempo acabado. Nadie como él ha sido al tiempo tan odiado y admirado, nadie como él llevó la poesía a límites que hoy nos parecen inalcanzables. Las mejores ediciones en inglés de su obra son The Cantos of Ezra Pound (1970) y Literary Essays of Ezra Pound, editados por T.S. Eliot, (1953).
3.Pablo Neruda (Parral, 1904-1974). Seudónimo de Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto. Su madre murió un mes después del nacimiento del niño; su padre, obrero en los diques de Talcahuano y ferroviario en Temuco donde conducía trenes lastreros por zonas entonces casi vírgenes, casó en segundas nupcias (1906) con Trinidad Candia Marverde, a quien el poeta llamaría «mamadre». Allí vivió la niñez y la adolescencia, estudió la secundaria en el Liceo de Hombres (1910-1920), conoció a Gabriela Mistral, -por entonces directora del Liceo Femenino- y leyó en autores como Verne, Salgari, Vargas Vila, Strindberg, Gorki y Felipe Trigo. En un poema de Las uvas y el viento (1954) recuerda esos días bajo los emblemas de las ferreterías, el inmenso serrucho, la olla gigantesca, el candado ciclópeo, la cuchara antártica y la bota colosal:
Yo recuerdo en mi infancia los peones
del tren en que mi padre trabajaba,
los coléricos hijos
de la intemperie, apenas
vestidos con harapos,
los rostros maltratados por la lluvia o la arena,
las frentes divididas
por cicatrices ásperas,
y aquellos me llevaban
huevos empavonados de perdiz,
escarabajos verdes,
cantáridas de color de luna,
y todo ese tesoro
de las manos gigantes maltratadas
a mis manos de niño,
todo eso
me hizo reír y llorar,
me hizo pensar y cantar,
allá en los bosques
lluviosos de mi infancia.
Publicó su primer texto, («Entusiasmo y perseverancia»), en un diario de Temuco (1917) y en 1921 se trasladó a Santiago donde estudió para profesor de francés en el Instituto Pedagógico y publicó Crepusculario (1923); Veinte poemas de amor y una canción desesperada y Tentativa del hombre infinito (1925). En 1927 fue nombrado cónsul ad honoren en Rangún (Birmania) hacia donde partió vía Buenos Aires, tocando Lisboa, Madrid, París, Marsella. Este mismo año fue nombrado corresponsal de La Nación, de Santiago, donde publicará regularmente crónicas. En 1929 asistió en Calcuta al Congreso Panhindú y poco después fue nombrado cónsul en Batavia (Java), contrayendo matrimonio con María Antonieta Hagenaar. En 1931 es cónsul en Singapur. En 1932 regresa a Chile y en 1933 publica El hondero entusiasta. Viaja a Buenos Aires para ocupar el cargo de cónsul y conoce a Federico García Lorca. En 1934 es nombrado cónsul en Barcelona. En Madrid nace Malva Marina, su única hija y es presentado por Lorca en la Universidad de Madrid, donde conoce a Delia del Carril, <<La hormiguita>>, quien sería su segunda esposa. Se traslada (1935) a la capital española como cónsul y hace una activa vida literaria. Los poetas españoles publican un Homenaje a Pablo Neruda y dirige la revista Caballo verde para la poesía. Entre 1933 y 1947 publicó Residencia en la tierra. Al iniciarse la Guerra Civil Española y luego del asesinato de Lorca, toma partido por la causa de los republicanos y es destituido de su cargo diplomático. Viaja a Valencia y París para organizar la revista Los poetas del mundo defienden al pueblo español y se separa de Maria Antonieta Hagenaar. Funda (1937) con César Vallejo, en París, el Grupo Hispanoamericano de Ayuda a España; regresa a Chile donde publica España en el corazón, y preside la Alianza de Intelectuales en Defensa de la Cultura. Con el triunfo del candidato del Frente Popular chileno, Pedro Aguirre Cerda, recorre el país ofreciendo conferencias. Es nombrado cónsul para la emigración española (1939), con sede en París y logra evacuar de Europa con destino a Chile a numerosos refugiados españoles. Publica Las furias y las penas. En 1940 es nombrado cónsul en México donde recibe el título de doctor honoris causa por la Universidad de Michoacán (1941). Muere su hija (1942). Al terminar su misión en México regresa a Chile visitando Panamá, Colombia y Perú, recibiendo numerosos homenajes. Obtiene el Premio Municipal de Poesía (1944); es elegido senador; gana el Premio Nacional de Literatura e ingresa al Partido Comunista Chileno. Recibe homenajes en Brasil, Argentina y Uruguay; redacta Alturas de Machu Picchu (1945). Es condecorado por el gobierno de México, nombrado jefe de propaganda de la candidatura de Gabriel González Videla; conoce a Matilde Urrutia y es declarado legalmente, mediante sentencia judicial, Pablo Neruda (1946). Publica en Caracas Carta íntima para millones de hombres, por la cual el presidente González Videla le hace un juicio político (1947). El seis de Enero de 1948 pronuncia en el Senado el discurso Yo acuso y en Febrero es destituido como senador y se ordena su detención. Pasa a la clandestinidad. La revista Adam, de Londres, publica un número monográfico en su honor. En Febrero de 1949 cruza la frontera chilena. Dos meses después asiste al Primer Congreso Mundial de Partidarios de la Paz y es nombrado miembro del Consejo Mundial de la Paz. Viaja a la Unión Soviética, visita Polonia, Hungría y México para asistir con Paul Eluard al Congreso Latinoamericano de Partidarios de la Paz. Se reencuentra con Matilde Urrutia. En 1950 publica Canto general en ediciones simultáneas en México y Chile. Viaja a Guatemala, Praga, París, Roma, Nueva Delhi. Asiste al Segundo Congreso Mundial de Partidarios de la Paz en Varsovia. Recibe junto a Picasso el Premio Internacional de la Paz. En 1951 ofrece recitales en Florencia, Turín, Génova, Roma, Milán, París, Moscú, Praga, Berlín y Beijín. Durante su residencia en Italia en 1952 compone y edita privada y anónimamente Los versos de capitán en honor a Matilde Urrutia. Viaja a Alemania y Dinamarca. Revocada la orden de prisión dictada contra él tres años antes regresa a Chile donde se le tributan numerosos homenajes. En 1953 organiza en Santiago el Congreso Continental de la Cultura y le es concedido el Premio Stalin. Publica Odas elementales y Las uvas y el viento (1954). Para celebrar sus cincuenta años se le ofrece un homenaje internacional en Santiago. Dona a la Universidad de Chile su biblioteca y se crea la Fundación Neruda para el Desarrollo de la Poesía. Se separa de Delia del Carril (1955) y se traslada con Matilde Urrutia a su casa La Chascona. Publica Nuevas odas elementales (1956), y en Buenos Aires sus Obras completas (1957). En Abril de este año es detenido en Buenos Aires. Abandona Argentina sin ofrecer los recitales previstos y viaja a Rangún, Colombo y otras ciudades del Oriente. Es nombrado presidente de la Sociedad de Escritores de Chile. Publica Estravagario (1958). Visita por cinco meses Venezuela recibiendo homenajes (1958). En 1960 recorre de nuevo Europa y visita Cuba donde se publica Canción de gesta. La Universidad de Yale le nombra miembro correspondiente del Instituto de Lenguas Romances (1961) y la de Chile profesor de la Facultad de Filosofía y Educación (1962). Memorial de Isla Negra (1964). Traduce Romeo y Julieta de Shakespeare (1964). Doctor honoris causa en Filosofía y Letras de la Universidad de Oxford (1965). Comiendo en Hungría (con Miguel Angel Asturias), (1965). Viaja a los Estados Unidos (1966) como invitado de honor del Pen Club y ofrece recitales en New York, Berkeley, Washington y graba su voz para la Biblioteca del Congreso. Orden del Sol de Perú y Premio Atenea de la Universidad de Concepción (1966). Premio Internacional Viareggio de Italia (1967). Premio Joliot Curie; miembro honorario de la Academia Norteaméricana de Artes y Letras, y del Instituto Nacional de Artes y Letras (1968). Miembro de la Academia de la Lengua de Chile; doctor scientiae et honoris causa de la Universidad Católica de Chile; medalla de Plata del Senado Chileno (1969) y precandidato a la presidencia, a la cual renuncia en favor de Salvador Allende (1970). Lectura de sus poemas en la Sorbona (1970). Embajador en Francia y Premio Nobel de Literatura (1971). En Febrero de 1973 renuncia, por motivos de salud, a la embajada en París y aparece Incitación al nixonicidio y alabanza de la revolución chilena, su último libro publicado en vida. El 11 de septiembre Pinochet da golpe de estado a Allende. Neruda muere de paro cardíaco el 23 de septiembre. Póstumamente se han publicado: Confieso que he vivido; La rosa separada; Jardín de invierno; 2000; El corazón amarillo; Libro de las preguntas; Elegía; El mar y las campanas; Defectos escogidos (1974) y Para nacer he nacido (1978). Véase: Aguirre, Margarita: Las vidas de Neruda, Santiago, 1973. Alazraki, Jaime : Poética y poesía de Pablo Neruda, New York, 1965. Alonso, Amado: Poesía y estilo de Pablo Neruda, Buenos Aires, 1940. De Lellis, Mario Jorge: Pablo Neruda, Buenos Aires, 1957. Escudero, Alfonso M.: Fuentes para el conocimiento de Pablo Neruda, Santiago,1967. Lafourcade, Enrique: Neruda en el país de las maravillas, Bogotá, 1994. Loyola, Hernán: Ser y morir en Pablo Neruda, Santiago, 1967. Rodríguez Monegal, Emir: El viajero inmóvil, Buenos Aires, 1966. Salama, Roberto: Para una crítica de Pablo Neruda, Buenos Aires, 1957. Silva Castro, Raúl: Pablo Neruda, Santiago, 1964. Urrutia, Matilde: Mi vida junto a Pablo Neruda (1989).