Poesía y Erotismo en la edad de la fe

Se supone que el poeta latino Hilario [hacia 1125] era inglés, y fue uno de los discípulos de Pedro Abelardo en una capilla que llamaba El Parácleto, pero reprendió su comportamiento sexual con otros estudiantes, que había denunciado el criado de aquel.  Por lo cual partió hacia Angers. Su poesía rítmica, que anuncia a los goliardos, reposa en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Paris y fueron publicados por Champollion Figeac bajo el título de Hilarii versus et ludi. En uno de ellos, a una monja, habla de la hermosura y dadivosidad de la muchacha y en otro elogia la belleza de un compañero de celda de la diócesis de Sena. Hay otros que atacan al Papa. Nada más sabemos de él.

El florecimiento de las ciudades, el espíritu caballeresco y la popularización del latín hicieron volver a resonar las canciones de amor, las obscenidades, los desenfrenos y la glotonería. Según Bernardo de Clairvaux [Letters of St. Bernard, London, 1895], la mesa de los monjes cluniacenses se cubre de manjares; sus cocineros preparan el pescado con arte exquisito; los huevos se arreglan de maneras diversas: se licúan, se endurecen, se desmenuzan, se sirven fritos, asados, rellenos, y la copa se retira tres o cuatro veces de la mesa. Pero los banquetes celestiales  se extienden también a las clases ricas y pobres. La boda de Jorge el Rico, en 1475 [Johannes Bühler: Príncipes y caballeros, Leipzig, 1928,] reunió tres mil caballos; el cortejo de la novia incluía setecientos, el del emperador otros tantos, el del Margrave de Brandemburgo mil cuatrocientos, y así hasta sumar unos nueve mil, que sumados a los cabalgantes y los de a pie, más los vecinos de la ciudad, comieron y bebieron durante ocho días. Durante las bodas de la hija de un panadero de Augsburgo [Josef Julischer, La edad media, en Historia general de la Economía, Múnich, 1928], en 1496, se sacrificaron veinte bueyes, cuarenta y nueve cabritos, quinientas aves, mil seis gansos, veinticinco pavos reales, cuarenta y seis terneras, noventa y seis cerdos y quince pavos.

Las universidades habían surgido con el crecimiento de los pueblos. En los populosos barrios estudiantiles se desarrolló un estilo de vida bohemio con sus peculiares tradiciones. Los estudiantes inventaron un lenguaje vivo, una especie de latín salido de las viejas imágenes horacianas, las clases y las tabernas. El Barrio Latino de París fue reproducido en Oxford, Padua, Napoles, Montpellier, Toulouse, Salamanca, Lisboa y muchos otros pueblos universitarios.

La poesía, la filosofía y la teología abordaron, entonces, con optimismo, los más difíciles problemas. Las escuelas catedralicias crecieron en número y calidad, a medida que el principio de primogenitura obligaba a los jóvenes hijos de barones a dejar sus latifundios en busca de escuelas. Jóvenes como Buenaventura o Aquino crearon sistemas que iban de la tierra al cielo. Los averroístas de París proclamaron la razón libre de las ataduras de la fe, el burgués se asomó a la ventana, el laico no contribuye con limosnas para salvar su alma sino que interviene en la vida social, la canción es cultivada por los caballeros, el juglar y el cómico hacen su aparición. La ambición, el egoísmo, el sentido del honor y el amor a la gloria preludian el Renacimiento.

El apodo de los Goliardos parece venir de Gula o del nombre de un supuesto obispo conocido como El Archipoeta de Colonia que se habría llamado Golías.  Hay quienes aseguran que  vivió en Burgundia y Salzburgo entre 1160 y mediados del siglo trece. Compuso unas diez canciones que le sobrevivieron. Por ellas sabemos que fue un alemán de origen caballeresco; que prefirió las letras a las armas; que falló tratando de conseguir una parroquia, vivió largos años en la pobreza y fue un protegido del arzobispo de Colonia, Rainaldo de Dassel, Canciller de Federico Barbarroja. Se cree que estudio en Francia a causa de su acusado dominio de las formas rítmicas que allí se ensayaron. No quiso celebrar las glorias del emperador Barbarroja pues no le pagarían sus esfuerzos. Luego de algunas fechorías Rainaldo le retiró sus favores y al final de sus días, viejo y abandonado, aparece en Salerno. Su famosa Confesión de Golías ha sido cantada y aumentada a través de los siglos. Su desvergüenza no tiene paralelo. El poema sucede en Pavía y es una obra maestra en el uso de los metros “goliardos”, como en la intercalación paródica de textos sagrados. Para el Archipoeta, la relación vida y poesía es definitiva:

La seriedad de carácter me resulta insoportable, pero me gustan las bufonadas, más dulces que la miel. Fácil tarea es todo lo que manda Venus; nunca se acomoda en corazones perezosos.

Como todos los jóvenes, me voy por el ancho camino; me enredo en los vicios olvidándome de la virtud. Busco el placer más que la salvación, y como el alma está ya perdida, sólo me preocupó de mi cuerpo.

¡Qué cosa tan dura es domar a la naturaleza, y mantener la mente pura en presencia de una doncella! Los jóvenes no podemos seguir la dura disciplina sin dar gusto a nuestros cuerpos veleidosos.

¿Quién no arde dentro del fuego?, ¿quién puede ser casto viviendo en Pavía, donde Venus anda a caza de jóvenes, enredándolos con sus miradas y sus bellos rostros?

En segundo lugar, se me acusa de jugador, y aunque el juego me deje desnudo del todo y esté tiritando, mi mente se abrasa, y es entonces cuando escribo los mejores versos y canciones.

En tercer lugar viene la taberna: nunca he hablado ni hablaré mal de ella, hasta que vea a los santos ángeles venir cantando por los muertos el requiem aeternam .

Mi voluntad es morir en la taberna con un jarro de vino junto a la boca en la hora de la muerte, para que al llegar los coros de los ángeles digan: Dios se compadezca de este borrachito .

Hay poetas que no salen a las plazas y se refugian en la soledad, se aplican, insisten, se desvelan, trabajan tenazmente, y a fin de cuentas apenas pueden escribir algo de mérito.

Hay poetas que apenas comen ni beben, se apartan de los bullicios de la gente y el ajetreo de las plazas, y para escribir algo duradero se mueren esclavos de su trabajo.

La naturaleza da a cada uno su manera de ser. Cuando escribo versos me gusta beber buen vino, y el que más locuaz me hace es el puro que guardan los taberneros en los barriles.

De tal vino tales versos. Nada puedo hacer sino después de haber comido; de nada vele lo escrito en ayunas. Pero después de unos tragos me aventajo al mismo Nasón.

Nunca me viene la inspiración sino después de llenar bien el vientre. Cuando Baco reina en mi mente, entra entonces Febo y me dice cosas maravillosas.

[Versión de Ricardo Arias y Arias]

Los Goliardos escribieron sátiras contra la iglesia, atacando a menudo al Papa.  En el Concilio de Treves (1227) se prohibió a los sacerdotes oficiar con ellos.  Grupos de Goliardos participaron en los motines universitarios de París en 1229, y el Concilio de Salzburgo (1281), dice que “se pasean desnudos en público, se acuestan junto a los hornos, frecuentan tabernas, juegos, rameras, se ganan el pan con sus vicios y se aferran tercamente a su secta”. Durante el catorce fueron perseguidos abiertamente.  Clérigos y estudiantes de teología, fueron contestatarios enemigos del ascetismo predicado por la iglesia, y celebraban, unas veces con delicadeza y elegancia, otras con la más ortodoxa obscenidad, el amor, el vino y el juego, símbolos de una exaltación del placer de vivir y la belleza del cuerpo. Los Carmina Burana abarcan todos sus temas preferidos:  la primavera, el amor, jactancias de seducciones logradas, amores no correspondidos, el canto de un estudiante que aconseja a otros un alto en los estudios y unas vacaciones con el amor.  Otros de esos poemas elogian la vida licenciosa y el alcoholismo.  En cuanto a las fuentes de su poesía, usaron de los textos de autores considerados clásicos entonces, pero bien podían incluir desvergonzadas  frases de las Escrituras y los himnos religiosos.

La edición príncipe de Carmina Burana la hizo Schmeller en 1895, de un manuscrito que se conserva en un monasterio benedictino en Baviera. Contiene unas doscientas composiciones en latín y cincuenta más en una mezcla de latín y alemán (“Stetit puella bi einem boume, scripsit amorem an eime loube”), por ejemplo.

El amor subyuga a los dioses; Juno manda sobre Júpiter.

El Noto con sus blandas brisas cautiva a Neptuno. 

Plutón que  gobierna los infiernos, sólo se humilla ante el amor.

Por las delicias del amor amo constantemente a una doncella

Cultivo sin sembrar, peco sin falta.

El amor somete a los blandos con suave lazo. 

A los duros y engreídos los doma con admirable fuerza. 

Domestica al unicornio con el abrazo de una doncella.

Me abraza el deseo de una noble doncella, y cada días más

la adoro; como sol de mediodía no tengo refrigerio.

Juego con Cecilia, pero no tengáis miedo;

soy como guardián de sus frágiles años,

y nunca se marchitará el lirio de su castidad.

Ella es una flor, y nada vale desgajarla. 

Dejo crecer el racimo hasta que madure. 

La esperanza me hace vivir contento esperando el futuro.

Nada hay más agradable que el juego de la doncella; 

su corazón no tiene malicia alguna,

y los besos que da son más dulces que la miel.

Me gusta jugar con las doncellas, y aborrezco a las perdidas

lo mismo que a las meretrices y casadas, porque en estas tales

siempre asoma la torpe lujuria.

Lo que hacen los demás haremos nosotros, doncella;

y cuando llegue el tiempo jugaremos la partida.  Como todavía

somos jóvenes, juguemos con ternura.

Sólo quiero entretenerme: es decir contemplarte, hablar contigo,

tocarte y luego darte un beso.  Lo que viene en quinto lugar,

es decir, la acción, ni siquiera sospeches.

***

Dejemos los estudios, dulce es la ignorancia, y

aprovechemos los placeres de la tierna juventud.

Propio es de la vejez el preocuparse de cosas serias.

El tiempo ocupado en el estudio pasa lentamente.

La tierna juventud nos empuja a los placeres.

La primavera de la vida se esfuma, se apresura el invierno.

La sangre se enfría, el corazón se embota,

los goces disminuyen, la vejez nos aterra con su tropel de incomodidades.

Imitemos a los dioses, sigamos su ejemplo, los cuales

en sus ocios buscaban las ternuras del amor.  Sigamos

nuestra resolución: esto es propio de la juventud;

vayamos a las plazas donde están reunidas las doncellas.

Allí hay cantidad de fáciles mujeres; allí sobresale la

danzarina con la lascivia de sus miembros. Mientras

ellas me menean con gestos lascivos me quedo mirando y me olvido de mí.

[Versiones de Ricardo Arias y Arias]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Índice de Materia: Poetas